EL RUGIDO DEL QUIJOTE

Por: Xulio Artu
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Creanme o no. Yo siempre asocie el logotipo de los Pumas con la historia escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Hoy veo a Hugo convertido en campeón y repentinamente me lo imagino como un ingenioso hidalgo cuyo caballo es el balón el cual da a todos sus pupilos y escuderos para desafiar a los Molinos de viento convertidos en VERGARESCOS monstruos.

Pero finalmente los vence. Al fondo, desde una de las gradas del Estadio Olimpico, Isabel Martín cual Dulcinea acompañada de sus dos tesoros (sus hijas) contemplan como el único mexicano que en palabras de Fernando Marcos conquistó España para cobrar simbólicamente un pagaré facturado hace más de 500 años y valuado en cinco pichichis, tapa las bocas de propios y extraños.

Olvídense de la anécdota del ventilador y la mierda. Olvídense de los desplegados en los periódicos patrocinados por Omnilife. Olvídense de los piques con Lavolpe.

En 1991 los Pumas consiguieron su último título antes del actual. En esa época no existía aún Radioactivo en la Ciudad de México, sino hasta dos años después. Pasaron 13 años, los felinos se convirtieron en los monarcas del balompié del "México Real" (ese acosado por las grillas de pantalón largo, los madrazos y las vendettas)...

Los Pumas han vuelto a reinar y Radioactivo, después de sonar y enamorar irreverentemente a diferentes generaciones en ese paréntesis de ausencia de títulos auriazules, ha muerto. La historia es cíclica.

"I was so much older then, I am Younger than that now..." (BOB DYLAN, MY BACK PAGES)